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Casilda 24 - 03 - 2010



Unas doscientas personas acompañan el acto del 24 de marzo por la memoria y la verdad. Con ese marco es que Mulas de Nadie arranca la Gira Monteurbano.



Después de muchos debates se encendió la cámara y no hubo marcha atrás, arranca entre mates y charlas con los integrantes del movimiento cultural La Masa, con Federico Reschini y la banda Burrock, todos de Casilda, una típica ciudad del sur santafesino, en donde parecen confluir el ritmo de una localidad enérgica con la tranquilidad mansa del campo. La postal clásica que podría pintar esta imagen: la de chicos adoptando la ultima moda en vestimenta, contrastando, con la de algún señor en bombacha y alpargatas entrando al banco, pero no hoy, porque estamos en un día de conmemoración.

Mientras en el escenario suenan los acordes de diferentes canciones la gente se va acercando de a poco, con curiosidad y temor muy común en la ciudades chicas donde las manifestaciones culturales y sociales parecen ser patrimonio de urbes, por eso es que sorprende y emociona cuando se escucha hablar a chicos de secundaria como algunos de los integrantes de La Masa tan consientes del presente, tan comprometidos con su entorno queriendo dar a Casilda aquello que le falta, cada uno desde su lugar.

Federico contó que por medio de la música pudo, junto a algunos poetas locales, armar un cancionero en el que refleja la historia de los vecinos de la cuidad .








A medida que iba cayendo la tarde y la luz solar ya era escasa, Casilda comenzaba a iluminarse dando la apariencia de modernidad total, siempre con su contra punto (por ejemplo la de los autos que no paraban de desfilar alrededor de la plaza dando lugar a ese movimiento de rotación que en los pueblos y ciudades chicas se da en llamar la vuelta del perro, vuelta en que la uno se va encontrando con amigos, parientes, vecinos y aprovecha la ocasión para intercambiar una charla amena)



Hay otros contraste que acompañan a Casilda, es el social, allá donde la vuelta no se da hay otra realidad que el centro parece querer esconder, poco se sabe que problema aqueja allá en la periferia porque siempre hay gente tratando de taparlo. Mulas tiene la tarea de cantar por ellos y en la plaza demuestran que piensan y que estan concientetes de eso.




En definitiva en una ciudad en la que de cuarenta mil habitantes se hace muchas veces cuesta arriba poder abrazar a cada grupo, lo bueno quizás sea estar abierto y dispuesto a escuchar a todos por igual.

Para el amigo viajero que tengas deseo de descansar, los grandes Lapachos y Tilos que se encuentran en los boulevard lo acunaran y protegerán del rabioso sol del verano casildense y de esa manera la siesta será como un regalo del que jamás se olvidara.