La vista no descansa porque ahí nomás enfrente al Campo de la Gloria esta el popular Convento, la imagen de San Martín agazapado esperando a los invasores se vuelve casi real y caes en la inventiva de armar un plan tan infalible como pensó el general hace casi doscientos años . Y allá enfrente el bravo río fascina y atemoriza a todo inexperto, la bajada
(como los llaman los pibes) es un paseo que se mezcla con dos realidades, la personas mansas disfrutando de la vista y los malvados cargueros llevándose nuestro tesoro. Ay!! General que maravilloso plan tendrías para echarlos hoy. Siempre supe que en San Lorenzo era una zona pujante de la provincia, pero hoy la realidad parece ser otra.
San Lorenzo tiene su marcha habitual la cual parece dar por sentado lo que allí transcurrió pero el turista ávido de conocimiento queda extasiado contemplando los cañones, el interior del convento, y las urnas de aquellos soldados que murieron, nos invitan no menos que a reflexionar.
A la hora indicada se da el arranque del show, los pacientes chicos de La Calada empezaran y luego los seguirá Mulas, la gente va acompañado de a poco, una invasión de hormigas voladora matiza el ambiente junto a los bailes que complementan la función en una jornada en donde el calor no dio tregua si no recién cuando el sol se escondió.
Me voy con la sensación de haber estado en una ciudad de hombres y mujeres los cuales tiene una tarea enorme: seguir los paso de San Martín cosa que hacen día a día cuando salen de sus casa todas las mañana para ir a las fabricas (una imagen que suele caracterizar a esta ciudad), la verdad no se si hoy es tan así, de lo que si estoy segura es de que los habitantes de la ciudad nunca olvidaran del regalo que San Martín allí dejo: la semilla revolución.